|   |  | Sermón sobre Santiago 4:1-6 ~ "El 
          Espíritu nos anhela celosamente" ~ por 
          John Abels con todos los derechos reservados.              Vv. 1,2 LEE Con estas 
          palabras incómodas abrimos el capítulo cuatro de Santiago. La verdad 
          fundamental de estas palabras es que las pasiones y los deseos 
          incontrolables del corazón son la fuente de todas las malas acciones 
          que se pueden cometer. La mala disposición del corazón es la raíz de 
          todas nuestras aflicciones y pecados, y de nada sirve limpiar lo 
          externo, ponernos vestuario nuevo, si el cuerpo viejo no ha sido 
          limpiado.
 En este estudio vemos que Dios va al "más profundo y secreto 
          lugar de nuestras aflicciones: la naturaleza caída, y las 
          concupiscencias que son la causa de guerra espiritual en nuestros 
          miembros. Hay un proceso, fácil de entender, por el cual una mala 
          acción se convierte en realidad, y el proceso es este: El hombre 
          comienza a desear algo. Ese algo comienza a dominar todos sus 
          pensamientos. En la mañana y por la noche está pensando. 
          Voluntariamente, y por fin, involuntariamente se encuentra pensando de 
          ese algo. Llega a ser una pasión dominante. Es entonces que aquella 
          persona comienza a hacer planes para obtener lo que le domina. Y un 
          día, esos planes, que eran solamente pensamientos que habían venido de 
          los deseos llegan a ponerse en acción. El deseo se convierte en 
          realidad, Sí, son las concupiscencias que son la causa de la batalla 
          espiritual en nuestros miembros - La concupiscencia, ese deseo e 
          inclinación hacia el pecado, ese amor dirigido a la auto-gratificación. 
          El último de los diez mandamientos resume ese espíritu, "No codiciarás." 
          Esto significa que no tendrás deseos pecaminosos. Hablando de las 
          pasiones y deseos del hombre, pensamos de una ilustración. Se puede 
          poner a un hombre en una camisa de fuerza para hacerle inmóvil, como 
          lo hacen con un prisionero violento, pero aún así, aquel hombre, si 
          quiere hacer algo malo, todavía es libre para pensarlo. ¡Lo que Dios 
          quiere es quitar de nosotros esa raíz del corazón falso!
 
 Santiago nos dice que estos malos deseos entran hasta en 
          nuestra misma adoración y súplica a Dios. V.3 LEE
 
 Santiago comienza esta parte de su carta con una pregunta 
          muy significativa aún para nosotros que estamos en el seno del 
          cristianismo. En efecto, el dice, "Explíquenme, cristianos, porque son 
          tan hostiles y contenciosos hacia su prójimo, hasta el punto de 
          dividir sus iglesias."
 
 Y esta pregunta lleva en si la idea, "No saben que este 
          espíritu de hostilidad hace mucho daño a la causa de Cristo?"
 
 Sí, hermanos, vergonzosamente, aún en el siglo primero, las 
          iglesias tenían sus problemas. La Biblia no nos lo esconde. A lo 
          contrario, nos lo demuestra para que no nos caigamos en el mismo 
          error. Me duele admitirlo, pero el primer grupo de diáconos fueron 
          escogidos para resolver una de estas contiendas. En el libro de los 
          Hechos, capítulo seis, vemos que los cristianos griegos murmuraron 
          contra los cristianos hebreos porque estos no les trataban igual en 
          cuanto a la distribución de los fondos para las viudas. Hechos 6:1 LEE
 
 Por eso escogieron a los primeros diáconos para que se 
          encargaran de cuidar a las viudas y necesitados. Lo que muchos no 
          aprecian es que los diáconos fueron escogidos para dejarle más tiempo 
          al pastor ministrar a la congregación. La responsabilidad de los 
          diáconos era encargarse de los asuntos materiales, aunque tenían que 
          ser hombres espirituales y hábiles en la predicación. También la 
          Biblia nos cuenta que la iglesia de Corinto tuvo riñas a casa de sus 
          líderes espirituales. 1 Corintios 3:3 LEE Ellos no entendieron la 
          verdad de los versículos 7,8 LEE
 
 En Filipenses 4:2 también se menciona un malentendido entre 
          las hermanas. LEE
 
 En la iglesia de Gálatas había un partido problemático que 
          quería que todos los creyentes cumplieran con las leyes ceremoniales y 
          ritos de los judíos. Por eso cabía la pregunta de Santiago. El no 
          quería ver más pleitos y contiendas en la iglesia. Ni tampoco yo, 
          hermanos. Ningún pastor, sometido a la voluntad divina, quiere ver 
          disensión en la iglesia. Y pregunta Santiago, "¿De dónde vienen las 
          guerras y pleitos entre ustedes?" Inmediatamente responde con otra 
          pregunta que en realidad es la respuesta. "Vienen de los malos deseos 
          que siempre están luchando dentro de ustedes."
 
 Estas hostilidades y disputas entre los hermanos que dan 
          lugar a disensión y división en la iglesia, son debidas a esa lucha 
          constante que el creyente tiene. Es la lucha entre la naturaleza 
          carnal y la naturaleza nueva en Cristo. Es la lucha entre los malos 
          deseos y pasiones y el Espíritu de Dios que mora en el creyente.
 
 Oh, hermanos, nunca nos olvidemos que al aceptar a Cristo, 
          no todos los problemas desaparecen. Y, Satanás, con todo su poder 
          diabólico, nos atraerá a los malos deseos y pasiones. ¡Estemos muy 
          alertas! La victoria sobre la tentación es someternos a Cristo y vivir 
          bajo la dirección del Espíritu Santo. Tenemos el ejemplo de Pablo, el 
          cual tenía este pleito constante. Yo creo que no ha existido un hombre 
          más dedicado a Cristo que el apóstol Pablo, sin embargo dijo que fue 
          constantemente atormentado por esta lucha interior. Dijo en Romanos 
          7:24, "¿Quién me va a liberar de este cuerpo que me lleva a la muerte? 
          Solamente Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo." ¡Gracias a 
          Dios!
 
 Ahora, vemos más a fondo los versículos 2,3 LEE "Codiciáis, 
          y no tenéis:" Aquí Santiago habla a los cristianos. Hablaremos de la 
          codicia. Es el último de los diez mandamientos, "No codiciarás", o 
          sea, no tendrás deseos ilícitos. Esta codicia incluye todo el 
          despliegue mundano y puede ser el amor a la moda, amor a los lujos, el 
          amor a la belleza del ser humano, el deseo desordenado de recibir 
          aplauso y honra de otros, y cosas semejantes. Y cuando estas llegan a 
          controlar al creyente, son parte del mundo prohibido del cual habla 
          Santiago en v. 4 y tal persona se hace enemigo de Dios.
 
 La codicia, que en realidad es la soberbia de la vida, es la 
          forma más alta de mundanalidad. Incluye el orgullo de la familia, el 
          orgullo de la cultura, el orgullo del talento o cualquier otra 
          característica personal que ponemos entre Dios y nosotros. Así que, 
          llega a ser un objeto de idolatría.
 
 Como Cristo vino a salvarnos de este presente mundo, cuando 
          alguien codicia a una cosa, llega a ser enemigo de Dios y una piedra 
          de tropiezo para otros.
 
 Nosotros debemos buscar la voluntad de Dios, y permitir que 
          él obre por medio de nosotros. De otra manera nuestro servicio es de 
          poco valor.
 
 Entonces dice, "Matáis y ardéis de envidia." Claro que no 
          habla de la muerte física. Habla de la muerte o asesinato del carácter 
          o reputación de otro. Hermanos, no hay lugar en la iglesia para esto. 
          Con un poco de chisme, el buen nombre y la reputación de un hermano 
          puede ser asesinado. Casi siempre, este asesinato del carácter viene 
          porque alguien envidia lo que otro hermano tiene o está haciendo. En 
          vez de tener envidia debemos orar que Dios les da aún más éxito para 
          la gloria de Dios y debemos aprender de su ejemplo.
 
 En cuanto a la oración Santiago dice, "No tienen porque no 
          piden, y cuando piden, es porque lo quieren gastar en sus propios 
          deseos." El problema es una de dos: no oraron, o pervirtieron la 
          oración. La forma más rápido de dejar nuestra comunión con Dios es por 
          ser negligentes en la oración o orar solamente por motivos egoístas. 
          El verdadero gozo viene de una relación íntima con Dios a través de la 
          oración sincera.
 
 V. 4 "Oh, almas adúlteras" Estas son palabras muy fuertes 
          que Santiago usa. No está hablando de la infidelidad física, hermanos, 
          sino de la infidelidad espiritual. En efecto Santiago nos dice, "Ustedes 
          que tratan de asesinar el carácter de otro hermano; Ustedes que están 
          motivados por la envidia; Ustedes que no oran o solamente oran para 
          sus propios fines personales, Ustedes son culpables de destrozar, 
          literalmente, el Corazón de Aquel quien les amó tanto que dio su vida 
          en sacrificio en el calvario. Esto es el adulterio espiritual. 
          Nosotros somos la esposa del cordero, Cristo Jesús. Y cuando un 
          cristiano se porta en la manera mencionada en vv. 1-3, está 
          abandonando al esposo, Cristo Jesús, por el mundo. Es infiel a su 
          salvador; se está entregando a los brazos del mundo.
 
 Hermanos, si tu eres de Cristo, eres solo de El. El te 
          reclama para si y El es muy celosos. Así que vemos aquí que el amor de 
          Jesús es exclusivo, que el mundo tiene que ser crucificado; Dice en v. 
          5, "El espíritu que ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente."
 
 Jesús declaró en el sermón del monte casi lo mismo. Mateo 
          6:24 LEE
 
 En el Antiguo Testamento, Josué desafió al pueblo de Israel 
          con estas palabras. Josué 24:15 LEE
 
 Es el mismo desafío que el Señor nos da a cada uno de 
          nosotros. "Escoge hoy a quién vas a servir." Espero que la 
          contestación sea la misma de Josué. "Yo y mi casa serviremos al Señor."
 
 Que seamos siempre humildes de corazón porque Dios "resiste 
          a los soberbios;" es decir, a los que se creen, "Y da gracia a los 
          humildes." o sea, el nos da todo el poder necesario para vivir la vida 
          abundante y victoriosa. Lo único que tenemos que hacer es - someternos 
          a Dios. V. 7a
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