|   |  | Sermón sobre Santiago 4: 7-12 ~
          "Someteos a Dios" ~ por John Abels con 
          todos los derechos reservados.              Al comenzar esta serie de 
          sermones sobre la carta de Santiago les dije que no hay otro libro en 
          el Nuevo Testamento que contiene enseñanzas más prácticas a la vida 
          cristiana. Fue escrito para el beneficio de los creyentes y da énfasis, 
          en forma específica, de lo que Dios requiere del creyente. Hay 
          solamente 108 versículos, pero se encuentran 60 mandatos en ellos. Ya 
          hemos estudiado muchos, pero ahora nos toca ver unos 7 o 8 más.
 Santiago estaba preocupado del bienestar de los cristianos. 
          Su gran anhelo es que fueran cristianos útiles y efectivos en la 
          iglesia local y en el ministerio del reino de Dios. Así que, Santiago 
          demuestra la importancia de una vida, sin mancha y reproche, que tiene 
          buenas obras las cuales comprueban que uno es cristiano. Terminamos el 
          estudio de la semana pasada con las palabras en v. 6, "el da mayor 
          gracia." En la carne no podemos cumplir con estos 60 mandatos, pero 
          Dios está constantemente dando de su gracia, que es más que suficiente, 
          para satisfacer nuestras necesidades; Y, al tener un problema 
          demasiado difícil para resolverlo por nosotros mismos, busquemos la 
          ayuda del Señor; Olvidemos nuestro orgullo; Admitamos nuestras propias 
          limitaciones; Pidamos de Dios Su ayuda; Es entonces cuando veremos la 
          victoria, porque "Dios resiste a los soberbios, osea, a los que se 
          creen suficientes en si mismos, y da gracias a los humildes. V. 6
 
 Ahora comencemos con el versículo 7 LEE Aquí encontramos dos 
          mandatos: "Sométanse a Dios y resistan al diablo." La promesa que 
          tenemos, si cumplimos estos mandatos es: "Satanás huirá de nosotros." 
          Pues, ¿qué más queremos, hermanos? Satanás es la causa de todo mal. 
          Aquí tenemos la fórmula para la victoria. Sométanse a Dios y resistan 
          al diablo. ¿Cómo lo vamos a hacer? La frase "someternos a Dios" quiere 
          decir, ponernos bajo el control de Dios. Hacemos de Dios el soberano 
          de nuestra vida. Es cumplir las palabras del himno que cantamos: "Jesús 
          es mi rey soberano, Mi gozo es cantar su loor; Es rey, y me ve cual 
          hermano, es rey y me imparte su amor. Dejando su trono de gloria, me 
          vino a sacar de la escoria, Y yo soy feliz, y yo soy feliz por el. 
          Señor que pudiera yo darte, por tanta bondad para mi; Me basta 
          servirte y amarte, Es todo entregarme yo a ti. Entonces acepta mi vida, 
          que a ti solo queda rendida, Pues yo soy feliz, pues yo soy feliz por 
          ti."
 
 V.3 LEE Cuando nos sometemos a Dios, Cristo no solo viene a 
          ser el salvador nuestro, sino que es Señor de nuestra vida. El es 
          quien da las órdenes. Y el estar bajo el control absoluto y completo 
          de Cristo no consiste en estar un día bajo su control y otro día no. 
          Es para siempre y en todo momento. Nos sometemos a el lo sesenta 
          minutos de la hora, las 24 horas al día, y los 365 días al año - en 
          los tiempos buenos y en los tiempos malos, en tiempos de salud y en 
          tiempos de enfermedad, en tiempos de riqueza y en tiempos de pobreza - 
          a todo tiempo nos sometemos a Dios. Someternos a Dios significa estar 
          dispuestos a darle toda la honra y gloria a El por cualquier cosa que 
          el hace. No se trata de: "Mira lo que yo he hecho por El," sino que 
          "Mira lo que El ha hecho por medio de mi que soy barro en sus manos, 
          un instrumento insignificante." En los últimos años he podido decir, 
          "Mira lo que el Señor puede hacer con un insignificante hombre 
          dispuesto a hacer su voluntad. Por eso, hermanos, yo se que la obra 
          que se está llevando a cabo aquí en nuestro templo no es de un hombre 
          - es de Dios y a el sea la honra y gloria.
 
 Pero Dios no solo pide esto de un pastor. Pide lo mismo de 
          cada creyente. Y cualquier cristiano que se pone bajo el control de 
          Cristo será satisfecho no importa las circunstancias. Seamos, hermanos, 
          como aquel que dijo, "Señor, tu eres la aguja y yo seré el hilo. Tu ve 
          delante y yo te seguiré, a donde tu me lleves." Sometámosnos a Dios. 
          Cumplamos los votos que cantamos al cantar el himno, "Haz lo que 
          quieres de mi Señor; Tu el alfarero, yo el barro soy; Dócil y humilde 
          anhelo ser; cúmplase siempre en mi tu querer.
 
 Entonces, Santiago dice, "Resistan al diablo." Primero, hay 
          que someternos a Dios si queremos resistir al diablo.
 
 Por medio de los estudios que hemos tenido los domingos por 
          la noche sabemos que el diablo es una persona, es decir, tiene su 
          propia personalidad. El tiene existencia propia y posee inteligencia, 
          emociones, y voluntad propia. El entiende, piensa, razona y recuerda. 
          Aunque hay los que niegan la personalidad de Satanás, la Biblia nos 
          enseña que es una persona sabia, sutil, y poderosa - el enemigo número 
          uno tanto de Dios como del hombre. Santiago nos exhorta aquí, "Resistan 
          al diablo." Y, junto con el mandato hay una promesa grande. "Y Satanás 
          huirá de ustedes." Para poder resistir al diablo, necesitamos un plan 
          - un plan bien definido. La razón porque Satanás gana, muchas veces, 
          es porque el cristiano no está preparado para la batalla. Y ese plan 
          es el uso efectivo de la Palabra de Dios.
 
 En Mateo 4:1-11 Cristo nos dejó el ejemplo sin par. Aquí 
          encontramos la tentación de Jesús. Tres veces nuestro Salvador fue 
          atacado por Satanás, y en cada ocasión nuestro Señor Cristo Jesús usó 
          la Palabra de Dios, en una manera efectiva, para resistir al diablo. 
          Tres veces Cristo dijo "Escrito está," y Satanás no puede vencer la 
          Palabra de Dios. Oh, sí, el puede vencer nuestros argumentos y nuestra 
          lógica, pero no puede refutar la Palabra de Dios. Hermanos, nuestro 
          plan es el uso efectivo de la Biblia. Pablo dijo a Timoteo en 2 
          Timoteo 2:15 LEE y también vemos el gran poder de la palabra en 
          Hebreos 4:12 LEE El salmista dijo en Salmo 119:11, "En mi corazón he 
          guardado tus dichos, para no pecar contra ti."
 
 Cuando nosotros nos sometemos a Dios y resistimos a Satanás, 
          la victoria es nuestra, porque es promesa de Dios, y Dios no puede 
          mentir. V. 7 LEE otra vez.
 
 V. 8 LEE En este verso encontramos tres mandatos más. El 
          primero es: "Acérquense a Dios," y es uno de los mandatos más 
          prácticos. Quiere decir, "Procura una relación íntima con Dios" y la 
          promesa es "y el se acercará a ustedes," que significa que "el nos 
          dará éxito en nuestra vida espiritual." Claro, el primer paso en 
          cultivar esta relación íntima es una entrega personal a Jesucristo 
          como salvador. Por medio de este paso, comenzamos una relación 
          personal. Cristo dijo en Juan 14:6, "Yo soy el camino, la verdad, y la 
          vida, nadie viene al padre sino por mi." En Hechos 4:12, Lucas nos 
          dice que no hay salvación por medio de otra persona. Dijo, "No hay 
          otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser 
          salvos." Y el habla de Cristo.
 
 Si no es por el, no podemos ser salvos. El es el único 
          camino a la gloria. Esta es la entrega inicial. Entonces hay que 
          crecer "en la gracia y conocimiento del Señor. Y, ¿cómo crecemos? Con 
          un tiempo de devociones personales y familiares, con leer y meditar en 
          la Biblia todos los días, con la oración, con la asistencia regular a 
          los cultos de la iglesia, y con el servicio cristiano. Nunca nos 
          olvidemos, hermanos, que Dios nos habla por medio de la Biblia, y 
          nosotros Le hablamos a El por medio de la oración.
 
 Entonces Santiago dice, "Pecadores, límpiense las manos." La 
          palabra "pecadores" se refiere al pecador endurecido de corazón. Es un 
          hombre cuyo pecado es obvio y notorio. Y como Santiago está 
          escribiendo a un grupo de cristianos en esta carta, el está diciendo 
          que el hombre que trae contiendas a la iglesia local a causa de su 
          orgullo o otros deseos personales, a los ojos de Dios es como un 
          criminal. Es como un ladrón. Tenemos que ver desde el v. 4 para ver 
          esta clase de creyente. Estas personas dañan el testimonio de la 
          iglesia local. Santiago dice, "límpiense las manos," es decir 
          confiesen sus pecados para recibir perdón. 1 Juan 1:9
 
 Continua con "y ustedes que quieren amar a Dios y al mundo a 
          la vez (doble ánimo), purifiquen sus corazones. La palabra "doble 
          ánimo" significa que el creyente no solo mira a Dios sino que mira al 
          diablo. Ver v. 4 LEE
 
 Pero Santiago nos manda que nos apartemos del mundo y que 
          pongamos nuestros ojos en Cristo, el autor y consumidor de nuestra fe.
 
 Vv. 9,10 Estos versos hablan de arrepentimiento. Debemos 
          llorar y sentirnos tristes por el pecado que hemos cometido. En vez de 
          gloriarnos, debemos humillarnos y pedir perdón por los males que hemos 
          cometido. Es entonces cuando Dios nos levantará del pozo y pondrá 
          nuestros pies sobre la roca, Cristo Jesús. Es entonces cuando El nos 
          dará la victoria y nos hará útiles en su viña.
 
 Vv. 11,12 LEE El último mandato que veremos hoy tiene que 
          ver con el chisme. Es el problema del miembro de la iglesia que 
          murmura maliciosamente de otro hermano. Y este problema, cuando no se 
          resuelve, es como el incendio de un bosque (3:5). Santiago dice, 
          claramente, "Hermanos." No cabe duda que dirige este mandato a los 
          creyentes.
 
 Este verso se traduce así: "Hermanos, no hablen mal unos de 
          otros", y quiere decir hablar mal de otro en su ausencia, o sea cuando 
          se critica, o se insulta, el hermano no está presente para defenderse. 
          ¿En que manera debemos actuar si acaso estemos en un grupo donde esto 
          sucede? Primero, debemos apartarnos de allí inmediatamente. Debemos 
          hacerles entender, en términos inequívocos que no queremos tener parte 
          con esto porque es contra la palabra de Dios. Debemos salir de tal 
          manera que no cabe duda en sus mentes el porque salimos.
 
 Oh, hermanos, el cristiano que habla mal de otro, (y, yo 
          creo que la Biblia enseña que el cristiano que se quede a escuchar el 
          mal de otro) se hace culpable del pecado. Cristo nos mandó en Mateo 
          22:37-39 LEE
 
 Es imposible que un cristiano ame a otro cristiano como a si 
          mismo y, a la vez, esté criticándolo y difamándolo al mismo tiempo.
 
 Tampoco puede un cristiano amar a Dios con todo su corazón, 
          y con todo su alma, y con toda su mente si no ama a uno de los hijos 
          de Dios.
 
 Oh, hermano mía, si tiene algún problema en este área de tu 
          vida, hay que confesarlo a Dios, arrepentirte del pecado, y por si 
          acaso has herido a alguien, lo tendrás que arreglar. Entonces Dios te 
          puede renovar el gozo que tenías antes y la paz que pasa todo 
          entendimiento.
 
 Santiago concluye esta porción con V.17, "El que sabe hacer 
          el bien y no lo hace, comete pecado." ¡Que cumplamos sus mandatos, 
          Hermanos!
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